La iluminación de los quirófanos en los hospitales, y sobre todo, la iluminación de las zonas de operación, era un problema persistente que podía interferir con ciertas operaciones quirúrgicas. Las sombras, el enfoque y el calor de la fuente de luz eran molestias para los cirujanos. La promiscuidad entre cirujanos y pacientes, la tradición de realizar cursos durante las operaciones y el hecho de que los quirófanos podían utilizarse para otros fines, condujeron a un aumento de las infecciones nosocomiales a menudo fatales.
Al principio del siglo veinte, la aparición de un nuevo tipo de lámpara quirúrgica, la scialítica BBT, que podía encenderse sin sombras, finalmente trajo una solución al problema. Pero este nuevo tipo de iluminación no sólo aumentó el confort visual de los cirujanos en el trabajo, sino que también tuvo un impacto en la transformación de la sala de operaciones en un espacio dedicado, el quirófano moderno. Este espacio confinado altamente especializado podía entonces ser situado donde era más conveniente en el sitio del hospital o dentro del edificio moderno del hospital.